La sesión de Cake Smash nació como una forma creativa de celebrar el primer cumpleaños de los bebés. Más allá de romper un pastel y capturar fotos divertidas, simboliza todo lo que implica el primer año: crecimiento, logros y recuerdos familiares.

¿Por qué justo al cumplir un año?

El primer año de vida es único. Durante esos 12 meses el bebé pasa de ser recién nacido a un pequeño que ya sonríe, gatea, da sus primeros pasos o balbucea palabras. Esta transición tan significativa merece un festejo especial y el Cake Smash se ha vuelto la forma perfecta de capturarla.

Además, a los 12 meses los bebés suelen estar más activos, curiosos y con la capacidad de explorar texturas y colores. Esa mezcla garantiza fotos llenas de risas, manos cubiertas de betún y expresiones auténticas.

¿Antes o después de la fiesta?

Una ventaja importante es que la sesión puede programarse unas semanas antes de la fiesta de cumpleaños. De esta manera, los papás ya tienen fotos listas para usarlas en invitaciones digitales, decoraciones o recuerdos para los invitados. También se evitan las prisas del mismo día de la fiesta.

Si se hace después, se convierte en una forma íntima de recordar cómo el bebé disfrutó su pastel, sin distracciones ni preocupaciones logísticas.

¿Qué pasa si el bebé cumple más de un año?

Aunque lo ideal es hacerlo en torno a los 12 meses, no hay una regla estricta. Hay bebés que hacen Cake Smash a los 13 o 14 meses sin problema. Lo importante es que aún conserven esa esencia curiosa y espontánea.

Consejos prácticos para los papás

• Programa la sesión con al menos un mes de anticipación.

• Considera el horario en que tu bebé suele estar más contento (generalmente en la mañana).

• No te preocupes si tu bebé no come pastel: las fotos de las reacciones son lo más valioso.

En resumen, el primer año es el momento perfecto para un Cake Smash porque celebra el cierre de una etapa irrepetible y captura la esencia de tu bebé justo cuando empieza a descubrir el mundo con mayor energía.